Ataques de tribus, batallas entre musulmanes y cristianos, luchas entre nobles y monarcas... Todo tipo de acontecimientos históricos que han hecho de España un lugar repleto de castillos y fortalezas. Se cree que actualmente quedan en pie unas 20.000 de estas edificaciones en buen estado -la mayor parte en Castilla, Cataluña, Aragón y Jaén-, y han convertido a nuestro país en un auténtico ajedrez que ya les gustaría a los mejores guionistas de Juego de Tronos. Estos son algunos de los que todos deberíamos visitar al menos una vez en la vida. Los fans de la arquitectura gótica tienen su mejor exponente a unos tres kilómetros de Palma de Mallorca con el castillo de Bellver, uno de los pocos castillos de toda Europa de planta circular, el más antiguo de todos ellos. Actualmente se encuentra en su interior el Museo de Historia de la Ciudad de Palma, por lo que está abierto al público. Está considerada como una de las joyas del arte hispanomusulmán, junto a la Alhambra y a la Mezquita de Córdoba; además de ser el palacio islámico más al norte de Europa, el más lujoso y mejor conservado de la época de las Taifas. El denominado "Palacio de la Alegría" es una impresionante fortaleza de anchos muros y sólidos torreones, que esconde una fantástica historia tras el paso de diversas culturas por su interior Es uno de los sitios de moda, y no es para menos, porque Tossa de Mar es un lugar perfecto para unas vacaciones de ensueño para los que buscan algo en medio entre lo playero y lo rural. Su castillo es uno de los puntos estrella entre los turistas; bien conservado y con un enclave privilegiado, tiene unas vistas espectaculares. En 1931 fue declarado Monumento Artístico Nacional, siendo además el único ejemplo de población medieval fortificada que todavía existe en la Costa Brava. Es considerado uno de los castillos medievales más famosos del mundo. Data del siglo XII y es además uno de los puntos turísticos más visitados de España. Palacio y fortaleza de los Reyes de Castilla, ha sido testigo de numerosos eventos históricos cruciales, por lo que se convierte en una de las fortificaciones que merecen ser visitadas al menos una vez en la vida. El castillo de Butrón traslada a sus visitantes a la Edad Media, a la época de las guerras fronterizas en el País Vasco. Situado a las afueras de Bilbao y sobre una colina, rodeado de un bosque centenario, el castillo fue escenario de continuas y cruentas luchas entre dos bandos de nobleza de Bizkaia. Los señores de Butrón, refugiados en el castillo, ejercían su poder en torno al territorio. El castillo del Papa Luna, Benedicto XIII de Aviñón, está emplazado en la zona más elevada del peñón de la ciudad de Peñíscola, en Castellón, a una altura de 64 metros sobre el nivel del mar. La fortaleza fue utilizada por el papa y su sucesor, Clemente VIII, como Basílica Pontificia, y en ella reposaron durante algún tiempo los restos mortales del Pontífice. El castillo abadía de Loarre, de estilo románico, se erige como uno de los más conocidos de la provincia de Huesca, en Aragón. En buen estado de conservación, fue declarado Monumento Nacional en el año 1906. El castillo se asienta sobre un promontorio de roca caliza que utiliza como cimientos. Esto suponía una gran ventaja defensiva, ya que así los muros no podían ser minados. En la actualidad cuenta con el estatus de bien de interés cultural. La zona del Bierzo (León) cuenta con un impresionante atractivo turístico: el Castillo de los Templarios, en Ponferrada. Declarado Monumento Nacional Histórico Artístico en 1924, esta impresionante edificación pasa a depender de la Orden del Temple por donación de los reyes leoneses en 1178. El castillo actual es resultado de una larga serie de ampliaciones, reformas y añadidos, que son ya parte de la "defensa" del Camino de Santiago. El castillo de los Sotomayor forma parte de uno de los conjuntos fortificados más singulares y representativos construidos durante la segunda mitad del siglo XV. Enclavado sobre un cerro de gran altura, al norte de Belalcázar, controlando por completo su entorno. El Castillo fue adquirido por la Junta de Andalucía en 2008 y su delimitación como Monumento Bien de Interés Cultural.