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Ser estudiante conlleva una serie de sacrificios y responsabilidades que pueden pasar factura
Las peores pesadillas de los estudiantes: exámenes sorpresa y tareas interminables

En España existe una falsa concepción de lo que es ser estudiante.

A menudo escuchamos en conversaciones de trabajadores en las que expresan que nunca se vive tan bien como los que se dedican a estudiar: tres meses de vacaciones en verano, ausencia de cargas familiares, tiempo libre, etc.

Sin embargo, no todas las situaciones de aquellos que estudian para convertirse en profesionales de una materia o ámbito son las mismas.

Si bien ser estudiante implica estar preparándote para alcanzar un objetivo a corto o a largo plazo y existe un periodo de ilusión en el que el individuo actúa por y para convertirse en la persona con la que sueña ser, se trata de una época dura, llena de sinsabores y de frustración por diferentes razones. 

Hay que señalar también que vivimos en un momento político inestable y que las leyes de educación cambian cada 'dos por tres', algo que hace muy difícil la estabilidad estudiantil, de contenidos y materias.

Además, la salud mental de un gran número de personas se ve afectada por la presión estudiantil y por obtener los resultados y calificaciones que se marcan ellos mismos (para conseguir acceder a su objetivo) o las personas de su entorno, a quienes no quieren defraudar por nada del mundo. Aquí os dejamos algunas de los elementos que hacen la vida de los estudiantes más difícil y que demuestran que no todo es un camino de rosas.

1. Deberes y tareas interminables

No se puede negar que desde que somos pequeños estamos sometidos a un sinfín de deberes y tareas que nos agobian y nos hacen pasar horas y horas sentados en una silla en nuestra casas. Da igual si tienes cinco años y estás cursando infantil o si eres universitario que estudia ingeniería, se ha creado una dinámica alrededor de los deberes en la que los profesores mandan tareas sin motivo ni razón, sino más bien por costumbre.

A menudo vemos como padres y madres, así como los propios estudiantes cuando crecen un poco, se quejan de la petición abusiva de trabajos, deberes y ejercicios que son, ciertamente, innecesarios.

2. Exámenes sorpresa y agobios innecesarios

Aunque seguro que ellos lo hacen para incentivar el estudio, los exámenes sorpresa que ponen los profesores son una medida que a menudo agobia y estresa demasiado a los alumnos, puesto que no buscan fortalecer su conocimiento y ayudarles a lograr sus objetivos, sino pillar y demostrar que por x razones no llevan el temario al día, aun sabiendo que los estudiantes tienen muchas otras asignaturas que estudiar.

3. Dificultad a la hora de conciliar la vida social con los estudios

Temarios abrumadores, contenido díficil de entender, clases extra… es difícil compatibilizar una vida social plena con ser un buen estudiante. A menudo aquellos más entregados a los libros sufren una pérdida de sus habilidades sociales, así como tienden a salir menos de casa, relacionarse menos con sus amigos, allegados o conocer gente nueva.

Además, mucho se ven obligados a abandonar actividades extraescolares como la música o el deporte para poder hacer frente a sus estudios, algo que no debería suceder bajo ninguna circunstancia.

4. Poca estabilidad financiera

El estudio y el dinero no van de la mano. Lo más común es que, si estás estudiando, dependas económicamente de la paga de tus padres o de cualquier tutor legal. Si eres adulto o tienes la edad suficiente para trabajar, tienes que aprender a conciliar la vida laboral con la difícil etapa escolar que estás atravesando, algo que en muchos casos se convierte en una odisea.

Hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones los alumnos estudian gracias a becas, por lo que sienten una presión extra con no suspender para poder mantenerse activos y seguir cumpliendo sus metas.

5. Problemas de salud mental

Ahora que la salud mental se ha convertido en un tema de debate nacional, hay que hablar de la gran presión a la que están sometidos millones de estudiantes en nuestro país. Desde que somos niños tenemos que elegir qué queremos estudiar, cómo estudiarlo, etc., decisiones que, muchas veces, no estamos listos para tomar. Además, cuando llegamos a la universidad o al grado que elijamos, nos damos cuenta de que rara vez aplicamos lo aprendido en años anteriores, por lo que existe una gran frustración.

Es bastante destacable como, en muchos casos, personas que han tenido un mal desempeño en épocas tempranas de la vida estudiantil acaban encontrando su sitio y siendo alumnos brillantes, algo que se justifica con el sistema educativo que tenemos, el cual no es para todo el mundo y aísla y castiga a todo aquel que se sale de la norma.

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