Los juegos actuales han cambiado mucho con la llegada de las nuevas tecnologías a nuestras vidas. Sin embargo, hay distracciones que nunca pasan de moda, siempre resultan divertidas y suponen un reto muy beneficioso para personas de todas las edades. Los juegos tradicionales son un entretenimiento que, además, no precisan de muchos recursos o materiales. A continuación, os presentamos una selección de ideas sencillas con las que divertirse. A todos les encanta este juego de destreza y equilibrio. Con una tiza blanca y sobre el suelo se dibujan cuadrados y se enumeran del uno al diez. Luego, cada participante deberá coger una piedra y tirarla sobre cada casilla; deberá completar el casillero saltando con una sola pierna por cada número hasta llegar donde está la piedra, y así sucesivamente. Si la piedra no cae dentro de la casilla correspondiente pierde su turno y le toca al siguiente.El ganador será el primero en llegar al número diez. Es uno de los juegos tradicionales al que todos hemos jugado. En él, hay dos equipos, un árbitro y un pañuelo. Esos son todos los elementos que se necesitan para este juego tradicional donde los reflejos y la velocidad de los contrincantes darán la victoria a uno u otro equipo. Un entretenimiento que no tiene edad y en el que toda la familia puede participar. Es un juego que se puede realizar individual o colectivamente.Si se juega solo, es la propia persona la encargada de hacer girar la cuerda y saltar. En cambio, si se practica en grupo, la cuerda será girada por dos personas, una a cada extremo; mientras que una tercera persona será la encargada de saltar. El objetivo, saltar más veces que los compañeros al ritmo de canciones tan populares como Al cocherito leré o Al pasar la barca. ¿Hábiles en cuestión de planear estrategias y destreza? En el juego de las canicas necesitamos un hoyo y pintar una línea en el suelo a unos cinco metros de ese hoyo. Desde esta línea es desde donde los jugadores lanzarán sus canicas en dirección al hoyo, y el que más cerca quede será el primero (y así sucesivamente). El objetivo final del juego es ganar sus canicas a los oponentes. El escondite es uno de los juegos tradicionales para niños por excelencia. La rapidez y la estrategia cuentan, y mucho, pero no importa que seamos muchos, pocos o la edad que tengamos. Uno de ellos contará hasta cierto número con los ojos cerrados, mientras el resto corre a esconderse. Finalizada la cuenta, inicia la búsqueda. Si encuentra a alguno de los jugadores, corre a tocarle con la mano y seguir buscando al resto. El juego concluye -obviamente- cuando todos los jugadores están cansados. Uno de los participantes se queda en el centro de las cuatro esquinas designadas, mientras el resto ocupa una esquina cada uno. En lugar de esquinas se pueden utilizar árboles, farolas, o simples piedras para delimitar el campo de juego. A la orden de uno o de todos los participantes, se intercambian las esquinas, muy rápidamente, para intentar así que quien se encuentra en el centro no consiga quitar “su” esquina a nadie. Si lo consigue, pasa al centro el participante que se ha quedado sin ella. Dos de los participantes se sitúan frente a frente en el interior de la goma, la cual se coloca a la altura de los tobillos. El resto de las jugadoras y jugadores irán saltando por turnos, demostrando su flexibilidad, resistencia y destreza. En el momento en que se produzca el fallo, ésta o éste ocupará el lugar de quien sujete la goma. A medida que avanza el juego se va incrementando la dificultad, es decir, la goma pasa de los tobillos a las rodillas, los muslos, la cintura, axilas, cuello y por último, se sujeta con las manos extendidas sobre la cabeza.