Es el sueño de cualquiera: pasar un verano inolvidable. Por suerte para todos, poder cumplir ese objetivo está al alcance de bastantes españoles, pues muchos de los mejores puntos para vivir las experiencias más inolvidables están precisamente en nuestro país. Mostramos algunos de los rincones más bonitos de España a donde deberías escaparte para pasar unas vacaciones de ensueño. Mundaka se enclava en un entorno privilegiado: la Reserva de la Biosfera y el Área de Conservación de Urdaibai. Su casco viejo actual es la fiel representación de la villa en el medievo, pues el pueblo de Mundaka se desarrolló en torno al mar. Además, desde esta playa es posible acceder a una de las maravillas más codiciadas de los surfistas, la famosa ola izquierda de Mundaka. La capital de Menorca es el destino más deseado, y no es de extrañar, porque lo tiene todo: espacios de turismo sostenible, rutas de senderismo, paisajes de ensueño, calas de agua natural y cristalina, fiesta, arte, tradiciones, buena comida… Todo lo que uno pueda necesitar. Es una de las zonas más bellas de Cataluña. Natural, tranquila y perfecta para los que quieren vivir relajados en la temporada estival. Una región donde descubrir el atractivo de pueblecitos interiores con encanto medieval y calles empedradas, como si el tiempo se hubiese detenido. Además, el Baix Empordà es perfecto para dejarse llevar y practicar muchas actividades con las que disfrutar de la naturaleza y el aire libre: paseos, catas de vino o talleres de gastronomía. Dicen que recorrer las calles del casco antiguo de Llanes es como trasladarte a pleno medievo. Un viaje al pasado en el municipio asturiano con mayor número de playas, destino ideal para los amantes del sol que no quieran pasar demasiado calor con las altas temperaturas.Además, el lugar goza de unas de las vistas más impresionantes de la zona norte de España, con sus acantilados, que dejan ver el encanto del Cantábrico en todo su esplendor. La Costa Brava se está convirtiendo en uno de los destinos de moda en los últimos años, y no es de extrañar, porque quedarse prendado de Cadaqués es muy sencillo, con su ambiente de pescadores, sus casas encaladas y barcas a la orilla del mar. El blanco como color protagonista y la artesanía y gastronomía como unos de los principales reclamos. Imprescindible. Conocida como “Sevilla la Chica” por su fisionomía llena de patios, conventos, coloridas fachadas y suelos empedrados; Zafra es el paraíso de los amantes de la arquitectura urbana de herencia árabe y pasado mercantil. Una ciudad amurallada llena de historia, con el más puro sabor extremeño y punto de partida para emprender una ruta por la Vía de la Plata. Si de algo se caracteriza Cádiz, es de esconder entre sus caminos algunos de los tesoros más importantes del catálogo turístico nacional. Uno de ellos son los llamados pueblos blancos, con sus casas caladas y calles empedradas, puntos imprescindibles en los que hacer una parada para disfrutar de lo mejor de Andalucía. Son 19, y no se puede perder ninguno: Arcos de la Frontera, Bornos, Espera, Villamartín, Algodonales, El Gastor, Olvera, Torre-Alháquime, Setenil de las Bodegas, Alcalá del Valle, Prado del Rey, El Bosque, Ubrique, Benaocaz, Villaluenga del Rosario, Grazalema, Benamahoma, Zahara de la Sierra y Algar. Las Islas Baleares esconden multitud de encantos. El municipio de Deià es uno de los más desconocidos a nivel turístico. Situada en plena Sierra de Tramuntana, es perfecto para realizar una escapada natural, con sus interminables rutas de senderismo, la oportunidad de poder disfrutar de los mejores baños en calas de ensueño o vivir la mejor fiesta en lugares de moda. Las casas blancas de cúpula azul de Altea poco tienen que envidiar a las de la fotografiada ciudad griega de Santorini. Altea es uno de los pueblos más bonitos del Mediterráneo y un auténtico paraíso para las instagrammers: sus calles y plazas; además de su fusión de mar, montaña y un cielo siempre despejado son el marco perfecto para hacer las fotos más maravillosas. Por no hablar de su cultura y gastronomía, obvio.